ADVERTENCIA: Lo que a continuación leerán es un hecho verídico, ninguna situación aquí mencionada ha sido inventada; de la misma forma, todos los personajes involucrados en este hecho terrorífico son completamente verídicos. Se recomienda al lector una completa discreción y si se estuviera acompañado de un menor, ésta criatura deberá ser guiada de la mejor manera posible.
El pasado jueves 10 de Abril me dirigía a mi lugar de “trabajo” –escuela- con una enorme sonrisa y completamente tranquilo como de costumbre. Eran aproximadamente las cinco y media de la tarde cuando me encontraba arribando a la estación Balderas de la línea tres –la verde para aquellos daltónicos- del metro cuando me percaté que toda las personas que viajaban en la misma dirección que yo –Universidad- se encontraban volteando hacía un mismo lugar, esto es, a la derecha.
¡Ah Caray!, me dije yo, ¿pues que regalan o qué? Y como todo buen chismoso me dije, -¡bueno pues habrá que voltear también!, y así lo hice; La sorpresa que recibí fue muy grande: resulta que un señor de aproximadamente 65 años –si no es que un poco más- había caído a las vías del metro escasamente unos segundos antes, ésta persona se encontraba en el “carril” –dirección- contrario a donde yo me encontraba. Aún recuerdo muy bien que se encontraba boca arriba y se quejaba un poco. ¡¡¡¡La concha!!!!, pensé!! Y mientras me acercaba más al lugar de los hechos –desde enfrente- saltaron en su auxilio dos jóvenes de aproximadamente unos 35 años. Para que mencionar a la multitud que desde ambos lados miraba atentamente a los socorristas y al señor con tendencias emo jajaja bueno no.
Para todo esto, les he de mencionar que varios miembros de seguridad del metro se encontraban realizando llamadas telefónicas por medio de un teléfono que si se han dado cuenta se localiza al inicio de cada estación.
De regreso a la acción, -lo que importante aquí verdad- el par de intrépidos jóvenes ya habían incorporado al tercerañista –osea de la tercera edad pues- y trataban de subirlo al andén. Todo esto se hubiera realizado con mucha más tranquilidad si no se hubiera estado aproximando el tren que procedía de la estación Niños Héroes, o sea el tren venía del mismo lado donde se encontraban los tres indefensos.
Súbitamente la multitud –he de mencionar que la mayoría mujeres- comenzaron a gritar y desesperarse, por que el tren venía a una velocidad bastante considerable –de esas que uno necesita cuando sale con un poco de prisa- y se aproximaba cada vez más a la entrada de la estación. Sinceramente y a partir de aquí todos los presentes en ese momento vivimos una situación de angustia muy fuerte, que ya ni el maldito de Hitchcock hubiera imaginado.
Sacando fuerzas de algún lugar recóndito de su cuerpo, el terceañero –el don pues- se agarró del brazo de ambos, quienes con todas sus fuerzas lo impulsaron para que cayera en el andén sano y salvo. Solamente dos cuestiones antes de continuar: la primera es que nadie, ningún hombre que se encontrara a metros de la acción hizo nada –más que mirar, claro- y la segunda y más angustiante, el tren se acercaba cada vez más.
Uno de ellos tomando un gran impulso dio un salto tremendo y logró caer en el andén dirección Indios Verdes junto con toda la perrada y el señor que había caído que se encontraba más amarillo que el mismo río. Por su parte, el otro joven intentó hacer la misma maniobra que el anterior pero fracasó y volvió a caer a las vías.¡¡¡PAUSA NECESARIA!!!!.
Sólo he de comentar que para éste momento la desesperación había invadido a todo mundo, los gritos –de verdad este no es chorete de Toluca- de las personas crecían y los miembros del metro continuaban haciendo llamadas desesperadamente; por mi parte en ese momento pasaron por mi mente varias ideas, una de ellas fue: ¡¡¡muevete cabrón!!!, salte, vete de aquí, porque aquí ya se cargó el payaso a un cristiano –más-menos palabas aclaro- y la neta no quería vivir esa experiencia tan traumante.
Al caer nuevamente a las vías del tren, el joven se veía realmente desesperado y angustiado –y no era para menos-. El tren con dirección Indios Verdes estaba haciendo su “poco triunfal” aparición en escena y la multitud desesperada le gritaba al conductor ¡¡¡¡párateeeee cabroonnnn!!!!, y le hacían señas con las manos para llamar la atención del conductor y de paso señalarle que se detuviera. El joven en éste momento se encontraba a unos 25 metros o menos de distancia del tren, por lo que optó por pegar un tremendo salto –de esos que en su vida hubiera imaginado hacer- hacía el lado contrario de donde venia el “metro”. Y menciono que fue grande el salto, porque tenía que librar una serie de estructuras conductoras de electricidad que circulan en ambos lados.
El conductor cuando se percató de esta situación hizo cuanto pudo para detener lo más rápido posible la marcha del tren, pero como todos bien sabemos hasta el Ferrari necesita cierto tiempo y distancia para llegar a frenar por completo, así que aún sonaban los frenos del tren que estaban trabajando a todo lo que daban.
Finalmente las llamadas realizadas por los miembros del metro dieron resultados, ya que súbitamente fue interrumpida la energía eléctrica en las vías y el tren frenó en seco. Con esto se puede llegar a la conclusión que aquellos hombres se estaban comunicando con la central para que se interrumpiera la energía e informar a la mìsma de la situación.
El golpe que recibieron los pasajeros que venían a bordo de dicho tren fue bastante intenso, porque como les comente, el tren se paró de chingadazo –no hay más, mis queridos lectores- y se oscurecieron todos los vagones. Rápidamente ayudaron al joven -que para esto ya se encontraba de “mi lado”- varias personas para que se incorporará hacía el andén. He de mencionar que el tren procedente de la estación Juárez –o sea mi dirección- ya se estaba acercando a la estación cuando se suspendió la electricidad, quedando a unos 5 metros de entrar a la estación.
De la nada aparecieron como 15 policías, cuerpos de seguridad del metro y hasta un paramédico para auxiliar tanto al anciano como a los dos jóvenes que se encontraban en total estado de shock. –y no duden que muchos que presenciamos el hecho, estábamos en las mismas-.
Y así termino –afortunadamente- mi vivencia en el metro. Las conclusiones son: Siendo las 5:30pm de un día entresemana y en una estación de correspondencia, había una gran cantidad de gente que aventó al señor a las vías –no es que tenga una tendencia emo-. ¿Cómo es posible que nadie a su alrededor haya brindado ayuda al trío desamparado?, sólo se limitaban a mirar y ¿Qué hubiera pasado si el carril contrario en donde se había suscitado el hecho, hubiera estado ocupado por el tren del sentido contrario? O ¿ si el tren del lado contrario –o sea mi dirección- se hubiera encontrado más próximo a la estación, cuando el joven hubiera saltado hacía éste lado?.
Definitivamente habría habido un muertecito y yo estaría con un psicólogo o psiquiatra.