¿Cómo les fue mis queridos lectores con el temblor de hoy? ¿Lo sintieron?. Bueno para aquéllos que no se percataron del suceso, hoy aproximadamente a las 7:10pm un movimiento telúrico sacudió nuestra ciudad; la magnitud dicen los que “saben” fue de 6 grados y duró un poco más de medio minuto –aunque siendo sinceros yo lo sentí mucho más fuerte y de mayor duración-.
Me encontraba en la casa de un amigo al sur de la ciudad –lugar que no se caracteriza por su sensibilidad ante dichos eventos- cuando comenzó a temblar. Los muebles como repisas, anaqueles y escritorios comenzaron a moverse y crujir; fue en ése momento cuando sentí el sacudidero total. Afortunadamente no pasó nada, salvo los típicos ataques de pánico de los vecinos y las plegarias al señor de los cielos.
Este temblor me da pie para platicarles de un hecho rarísimo que me sucedió hace más de tres años y que sigo sin encontrar una explicación.
Era un día entresemana como cualquier otro, serían aproximadamente las 7 y media de la noche cuando yo venía apretujado en el metro –ya ven que a ésas horas casi no vomita personas el metro- y con ganas de llegar a casa para escuchar mi nueva adquisición discográfica –un disco de house muy bueno que compré en el mix up de la zona rosa-.
Recuerdo muy bien que el metro se encontraba en la estación salto del agua cuando súbitamente se fue la luz. Al instante comenzaron los típicos silbidos, mentadas de madre, golpesitos al tubo y demás actitudes que denotaban frustración y enojo; sin embargo todo eso cambió cuando comenzó a mecerse de izquierda a derecha el vagón en el que íbamos. De inmediato todos comenzaron a salir al andén de la estación y a dirigir las miradas hacía las señales colgantes que había en el lugar, las cuales se movían de un lado a otro.
Yo seguía dentro del vagón y notaba la mirada preocupada de muchas personas que se encontraban junto a mí. En el andén contrario, las personas también se encontraban a la expectativa de lo que pudiera suceder; pocos minutos después el “temblor” cesó y todo regresó a la normalidad, la luz regresó, todos se incorporaron nuevamente al vagón y el tren comenzó su marcha nuevamente.
Pensé que mi familia estaría preocupada por mí, ya que mi celular no tiene señal cuando viajo en metro, y cuando salí a la superficie jajaja marqué de inmediato a mi casa diciendo que me encontraba bien y preguntando cómo estaba todo en casa; lo más raro fue que mi mamá me contestó ¿de qué estás hablando? ¿estás bien? Pues que te pasó?, a lo que yo respondí que me reportaba por lo del temblor y ella me dijo ¿cuál temblor? –ni siquiera ha temblado-. Y así fue mis estimados lectores, me chute los 238364 canales de televisión abierta jaja y los de cable, busqué en internet noticias acerca de ese “temblor” y jamás encontré una sola que confirmará lo que yo y 13 vagones atascados de personas vivimos en ese momento.
No venía pacheco, ni pedo y me había alimentado bien – por aquello de los mareos y dolores de cabeza que se presentan cuando no has ingerido alimento alguno-, así que definitivamente eso fue un hecho muy raro que me tocó vivir y que aún no he encontrado explicación científica alguna. Tal vez debería compartir mi historia con Jaime Mausan –ahh no verdad, no he visto marciano alguno- o en el programa de Aunque ud. no lo crea.
1 comentario:
Pues para variar, no lo sentí...Así que no puedo opinar.
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